domingo, 10 de enero de 2016

La mujer salvadora o el complejo Super Girl



A diario acuden a consulta pacientes de todas las edades que se empeñan en enderezar a sus parejas, se quejan de su falta de compromiso ante la relación, de sus infidelidades, su analfabetismo emocional, maltrato o violencia física y/o psicológica, entre otros.
Llama poderosamente la atención que la Súper Girl por lo general, elige a los chicos malos (quienes necesitan corrección) o a los desvalidos (los pobres que no pueden hacer las cosas por sí solos); después de horas de psicoterapia y de que entienden que la relación que viven es tóxica e inconveniente en todos los sentidos se empeñan en salvarla a través de enormes e inhumanos sacrificios y se caracterizan por:


·         Asumir la manutención de los hijos de la pareja.
·         Estudiar por ellos y/o hacer los trabajos que le exigen en la universidad
·         Justificarlos ante cada torpeza que cometen.
·         Creen que su amor será la solución mágica a las adicciones al alcohol, drogas o a la personalidad psicopática de su pareja.
·         Sienten que sin ellas la vida de su pareja será un completo desastre.
·         Consideran que el amor se basa en sacrificios.
·         Les gusta controlar y manipular a los demás a su antojo.
·         Idealizan a la pareja, la ponen en un pedestal para convertirlo en un Dios.
    Por otra parte, su capacidad para amar es tan gran grande que perdonan una vez tras otra y cuando por fin, se dan cuenta de que no pueden salvar al objeto de su amor, entonces optan por salvar la relación con fe ciega y para esto se olvidan de sí mismas y anteponen las necesidades del otro a las propias, se vuelven esclavas de las exigencias, a veces despiadadas, de su consorte si eso les sirve para mantener la relación con la falza esperanza de que algún día todo lo que hacen sirva para algo . En caso de que la unión termine buscarán a otra persona “casualmente” muy parecida a la anterior para continuar con el círculo vicioso.
   Es de vital importancia hacerse conciente de que por mucho que digamos amar a alguien éste no cambiará por nuestro deseo o capricho, cambiar de actitud requiere de una profunda reflexión. Comprender que nuestro nivel de influencia tiene un límite habla muy bien del respeto que sentimos por la autonomía del otro, que sólo somos responsables de nosotros mismos y sobre todo, interiorizar que hay cosas que no podemos hacer por los demás, cada quien tiene sus ritmos de crecimiento. Aceptación es la palabra clave.
Pedro J. Palencia C.
Psicólogo clínico
Psicoterapia individual, familiar y de pareja
Twitter: @psicosentir
Instagram: Psicosentir
www.psicosentir.com

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